"He visto a las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura,
hambrientas, histéricas, desnudas
arrastrándose por las calles al amanecer..."
En las postrimerías de la dictadura, mientras la joven guardia roja de Mercedes Gallizo nos machacaba con Celaya y Otero, algunos cronopios aullábamos el Howl de Allen Ginsberg, traducido al español en un libro de tapas verdes de Visor milagrosamente pasado por la censura.
El latigazo hipnótico de aquel mantra pervive hoy –cuando la revolucionaria es Directora General de Prisiones–, animado por sus versos elásticos, metáforas relampagueantes y un espíritu devorador que mantienen intacta la tensión poética.
Cincuenta años después de aquel manifiesto, Ginsberg sigue sin desactivar, aunque haya ingresado en el canon.
Para celebrar el aniversario del poema, su amigo Jason Shinder publica The poem that changed America, una recopilación de ensayos personales e impresionistas, de varios autores, en torno a ese caleidoscópico de palabras que siempre sobresalta y transforma a quien lo lee por primera vez. Sobre todo si se tienen menos de 20 años.
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1 comentario:
"El peso del mundo es amor, no se duerme sin sueños de amor, sea frío o demencial..." etcétera etcétera
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