martes, 13 de junio de 2006

Maquetadores



Al principio se llamaban "confeccionadores". Casi todos procedían de talleres: cajistas, impresores o linotipistas, reciclados en los rincones oscuros de las redacciones, que recortaban, pegaban y encajaban los textos, las fotos y los titulares que otros escribían; literalmente: con cola y tijeras!
En los yupiosos 80, espoleados por sus inefables Art Directors, pasaron a llamarse "diseñadores". Seguían apartados de los plumillas, sí, pero ahora ocupaban los espacios más luminosos de la oficina, con ventanas a la calle.
Quizás, con tanto sol, cometieron algunos excesos (ay, aquellos textos fosforitos en vertical sobre fondo negro!)

Hoy, los maquetadores son, al fin, periodistas integrales; integrados, plenamente, en la redacción. Esenciales. En los diarios, en las revistas y en la red. Capaces de hacer que lea quien jamás leería. Que los ojos alcancen las palabras. Que las imágenes cuenten historias. Que los titulares griten. Que los dedos se deslicen por el papel. De ellos es
la mis en scène, la puesta en página, también online!

Gracias a la bitácora personal de Chiqui de la Fuente, he llegado a este blog imprescindible. También para plumillas. Sobre todo para ellos.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Esto es un mensaje d prueba desde blackberry

Anónimo dijo...

maqueta + plumilla = 1.75
Oh Lynx!! me llena de orgullo y satisfacción leer esas líneas dedicadas a los maquetas, pero no creo que la gran mayoría de los periodistas tengan ese concepto de los maqueta.
Los vestigios del pasado están demasiado presentes, en la empresa en la que trabajaba anteriormente, en mi nómina se indicaba la categoria a la que pertenecía "diagramador", si, como los hombrecillos a los que Lynx se refiere, y con un sueldo que no distaba mucho de los que ellos recibían.
Una escena cotidiana en una redacción es aquella en la que un redactor opina, critica, juzga una maqueta, reparando en todos sus parámetros; proporciones, colores, fuentes...
Por el contrario sería raro ver una escena en la que un maqueta criticase un texto de un redactor, sería un acto descarado y subversivo.
¡Cuidado, un sedicioso se ha colado en la redacción!

Anónimo dijo...

Diagramadores, confeccionadores, maquetadores, maquetistas, diseñadores, ajustadores, técnicos de diseño... ésas y más cosas he tenido que oír sobre esta bendita profesión... la cenicienta del periodismo...

Anónimo dijo...

Al maquetista sedicioso: Por
favor, presénteme a esos maquetas dispuestos a leer, valorar y criticar los textos redaccionales. ¿Dónde están? Un periódico o una revista es fruto de un trabajo interdisciplinar en el que debe existir una compenetración/fusión entre textos e imágenes. Entre redactores y maquetadores, dos universos creativos condenados a entenderse. Sin críticas constructivas en las dos direcciones, el producto final se resiente y, al lector, se le confunde.

Anónimo dijo...

los mejores títulos y textos ya los damos hechos los maquetas: me gusta la imprenta por sus alcances educativos, jaja

Anónimo dijo...

El redactor, da igual con que disciplina lo combines o lo enfrentes: siempre se creerá por encima del bien y del mal... pero, a veces, las apariencias y la silla en la que te sientas, engaña bastante.

Paco Oca dijo...

Ante todo, gracias por la referencia a Maquetadores. Respecto a los comentarios, creo que esa tendencia a la superioridad de los redactores sobre los diseñadores/maquetadores existe cada vez menos, al menos en España. Y se acortará aún más desde el momento en que los diseñadores/maquetadores somos tan periodistas como cualquier redactor -licenciados quiero decir- y algunos en nuestros inicios hemos trabajado como redactores. Gracias otra vez

Anónimo dijo...

Maquetas y plumillas, más unidos que nunca, viendo el España-Ucrania en el despacho del Jefe (que está en Alemania, el tío). CUATRO A CERO!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

¡Lo que ha llovido, Dios mío! Yo no soy maquetador sino ilustrador (y ahí las cosas han ido a la par que en maqueta)
Hace unos años hice un curso de animación 3d. Los chavales (19-24 años) me preguntaron con qué programa había empezado a trabajar, y yo les dije que de programa nada, que yo me tiré muchos años con los lápices, los pinceles y el aerógrafo
"¿Y se escaneaba para maquetar?" me decían, y yo "No, lo fotocopiabamos reducido, se recortaba y se pegaba, y el texto se tecleaba, se imprimía y se pegaba igualmente, y las correcciones, tipex y a correr"
Me miraban como si fuera un ejemplar del devónico, ¡y sólo les llevaba 12 años! Ya cuando les dije que mis primeros programas fueron phtoshop 1,5 y freehand 2, con un mac a 15 mhz con 24 mb de ram y 80 mb de disco duro me debieron clasificar más adecuadamente como un superviviente de la primera guerra mundial, más o menos.
En fin, llevamos mucha carretera en estos oficios ¡Y lo que nos queda!

Anónimo dijo...

No podría opinar con demasiado criterio, pero personalmente, esa separación profesional (funciones) y de ubicación entre "maquetas" y "plumillas" no la vea tan evidente en la red. Igual que ha ocurrido en otras profesiones, de las que si podría tener algo (y digo algo) más de criterio, los profesionales tienden a tener una visión más amplia y menos parcelada/segmentada de sus funciones lo que hace que la discusión sea más rica y quizá por ende un mejor producto final.

Anónimo dijo...

Por ahí van los tiros: un profesional del diseño que sólo tuviese conocimientos sobre su área de trabajo no es más que una herramienta de carne: en el campo de la creatividad una mente abierta es una gran ventaja. Un jefe de arte, un maquetador, un ilustrador… no pueden limitarse a poner sobre la página lo que se les pide, sino que deben de ser capaces de ver si el concepto está claro, si resulta atrayente estéticamente, si el lector va a seguir interesado tras un primer vistazo…
Un Maqueta Sedicioso ve rara la escena del diseñador criticando el texto. Afortunadamente ya no es tan rara. Por suerte van quedando atrás los tiempos en los que (como a mí me ha pasado) el grafista descubre un error grave en el texto, avisa al redactor y recibe a cambio una mirada despectiva o un comentario ofensivo. Al fin y al cabo hoy en día ya no vemos las imágenes y la puesta en página como un simple adorno del texto, y los buenos profesionales saben que todo forma parte del discurso narrativo (y los lectores cada vez son más duros en ese aspecto)