domingo, 9 de julio de 2006

La felicidad como asignatura

Cuenta hoy The Independent que a partir del próximo curso, los escolares británicos de secundaria empezarán a recibir lecciones de autoestima y clases teóricas y prácticas sobre la felicidad, "para combatir el aumento de casos de depresión y comportamientos antisociales y autodestructivos entre la juventud".

Para asesorarles en el programa, las autoridades educativas del Reino Unido han fichado al profesor de la Universidad de Pennsylvania Martin Seligmann, 63 años, uno de los psicólogos más influyentes de su generación, creador del pensamiento positivo e impulsor de sus técnicas en los Estados Unidos desde hace un par de décadas.

Aquí nosotros, mientras tanto, estamos a punto de implantar el adoctrinamiento ideológico de nuestros jóvenes (o sea, quiero decir, la "Educación para la Ciudadanía", en qué estaría yo pensando).


(el póster es material didáctico de
Valores para Vivir, para niños de 4 a 7 años. Hay más aquí)

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Apúntate otra, lince.

Anónimo dijo...

Estaría Vd pensando en la Formación del Espíritu Nacional?

Anónimo dijo...

Ah, ¿se puede aprender a ser feliz? Mira tú qué bien. Pero ya puestos ¿no sería más rápido y barato lobotomizarnos a todos?

Así que educación para la ciudadanía es adoctrinamiento ideológico... hum... por curiosidad, Lynx, entonces ¿cómo le llama usted a la asignatura de religión?

Anónimo dijo...

Nuala, me encanta su ingenuidad. Supongo que es usted joven, y que no conoció la Formación del Espíritu Nacional. Ya sabemos que la felicidad no se aprende, pero consejos como los del cartel que Lynx nos ofrece pueden ayudar algo.

Anónimo dijo...

Me hace gracia esa primera del plural "estamos a punto de implantar"... Hay una generación que no sabe cómo pasar página de su pasado, o que se avergüenza. Prefiero mil veces que exista, por lo menos, la posibilidad de que algún adolescente simplemente piense que ser ciudadano es un valor en si mismo, a todos estos neoliberales con posibles que dicen, "a mis niños que no me los toquen, que en casa ya tienen lo que les hace falta"

Anónimo dijo...

anonymous, afortunadamente, no. Mis padres tuvieron el buen juicio de esperar a que Franco estuviera bien muerto antes de traerme a este país y en las escuelas británicas de eso no teníamos.

Lo del cartel de Lynx es muy "potito" pero a mí las pastillitas de soma no me van. Casi prefiero que los gobiernos se pongan las pilas y creen unas condiciones en las que sea más fácil ser feliz. ¿Qué quiere que le diga? Tonterías como la estabilidad laboral, el poder tener acceso a una vivienda digna, y unos horarios que permitan estar con tu familia ayudan y mucho a ser felices también.

¿O no ha oido eso de que cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana?

Anónimo dijo...

No se si la escuela es el lugar idóneo para aprender a ser felices, pero lo que sí es cierto es que cada vez más gente necesita ser orientada en este sentido. Los valores suplerfuos en los que se mueve la sociedad actual hacen que los más vulnerables, que no son pocos, se sientan frustrados, sobre todo si buscan en ellos el sentido de la felicidad o en senderos equivocados (leáse,por ejemplo, drogas) . En este mundo acelerado y cambiante, no está de más sentarse a reflexinar sobre lo que es realmente importante para desarrollarnos como persona y sentar los cimientos de la autoestima (si ésta no se cultiva y se abona, lo que se cosecha es un desastre). Se puede aprender a ser feliz y, de hecho, para muchos constituye la signatura pendiente que arrastrarán a lo largo de la vida. ¿Y si no, cómo se explica el éxito de libros y guías de autoayuda para alcanzar la felicidad (Bucay, Dalai Lama. Dr. Delgado...)? En la escuala o en un seminario, necesitamos orientación en este sentido.

MH dijo...

Mal estamos si la autoestima se tiene que enseñar en las escuelas.
¿Alguien oyó hablar de una cosa llamada padres?

Anónimo dijo...

¿Padres? Por desgracia muchos están ausentes. Además, ¿cómo enseña un infeliz a ser feliz a otro?

Anónimo dijo...

¡Felicidad, puta utopía!

MH dijo...

Bueno, personalmente me parece bien que se enseñe casi cualquier cosa en las escuelas (casi hasta religión), entre otras cosas porque eso, efectivamente, ayuda a compensar carencias.
El problema, como siempre, es de recursos escasos (el tiempo, por ejemplo) susceptibles de usos alternativos: o sea, que si estudian informática, y más inglés, y ciudadanía, y religión... ¿qué dejan de estudiar?
Además, a riesgo de pasar por neoliberal con posibles (ya me gustaría, ya), sigo pensando que muchas de las asignaturas gordas, y sobre todo las afectivas, se aprenden en casa.