Los Edukadores

Así dejan los muebles de las supermansiones que visitan.

Entran por la noche, con linternas, a través de un balcón o una ventana, aprovechando la ausencia de sus moradores, protegidos por la oscuridad y por sus capuchas, sigilosos, tras haber estudiado detenidamente los planos del edificio, sus sistemas de alarma y sus cámaras de seguridad. No van armados, no roban, no destruyen, no dejan huellas. Sólo juegan.
Si acaso, sumergen un sofá en la piscina, cambian las cosas de lugar, amontonan los sillones en una pirámide inverosímil... y dejan mensajes inquietantes en papeles escritos a mano: "Tienes demasiado", "Tus días están contados"...

Ellos lo llaman "terrorismo poético". Asustan un poco.

¿Les suena?
Al margen de otras consideraciones, el ya famoso vídeo del sillón de ZP, robado en el Congreso de los Diputados, es un ejemplo brillante de marketing viral. Lo que parecía una acción de altermundistas cachondos, se ha revelado, en realidad, como un gran montaje creativo de la Agencia-de-toda-la-vida Tiempo BBDO para la Campaña del Milenio, una ONG de las Naciones Unidas que pretende alertar contra la pobreza en el mundo. En apenas dos días, su repercusión mediática iniciada ¿espontáneamente? en blogs independientes, saltando a la gran prensa y de ahí a todas las cadenas de TV, con un coste nulo, lo convierten en un buen ejemplo de publicidad guerrillera, digno de estudiarse en escuelas de comunicación y negocios. Siempre que se cuente con un buen abogado, claro.

Pocos saben, sin embargo, que la espectacular movida del inofensivo comando nocturno madrileño está inspirada en la película Los Edukadores, una cinta alemana que pasó sin pena ni gloria por España –a pesar de Daniel Brühl– y que abre las puertas a un cine postadolescente fresco y digno, nada que ver con scarymovies y otros lamentables desmadres.

Estos minitrailers les darán una idea de la cosa.