En el siglo largo transcurrido desde la instauración de los Nobel, sólo 11 mujeres han ganado un Premio de ciencias (incluyendo a Marie Curie, que fue galardonada dos veces); y 7 de ellos recayeron en la categoría de Medicina. Si añadimos las ganadoras de Literatura, Economía y Paz, nos sale que sólo 33 de los 758 laureados desde 1905 tenían dos cromosomas X.
¿Qué significa esto? ¿Son los tipos de la Academia escandinava unos sexistas? Cuestión de opiniones. Como lo fue la provocadora incorrección política de Larry Summers –que le costó el puesto de Rector en la Universidad de Harvard– cuando afirmó que las mujeres están menos dotadas que los varones para la ciencia.
Para Lisa Randall –quizás la física viva más influyente del mundo–, la escasez de mujeres en el ámbito de la ciencia, podría tener su origen en las elecciones personales y vitales que las niñas hacen ya desde la escuela. Asunto de preferencias más que de habilidades. Nada que ver con la inteligencia.
Para animar, y aclarar, el debate, sale estos días a las librerías, publicado precisamente por Debate, Las Damas del Laboratorio. Mujeres científicas en la historia, un libro de María José Casado Ruiz de Lóizaga prologado por Margarita Salas, que saca del armario a las grandes mujeres de ciencia que en la historia han sido. Desde Hipatia hasta Rosalind Franklin, lo cierto es que el mundo anda necesitado de muchas más Curies, Leakeys y Randalls.
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6 comentarios:
QUizás la mejor defensa de la participación científica de la mujer es la que ofreció mi gurú, Stephen J. Gould: las mentes brillantes son difíciles de encontrar, y si las mujeres no participan estamos reduciendo a la mitad las posibilidades de encontrarlas. Simples números.
Afortunadamente, la presencia femenina en el mundo de la ciencia es cada vez mayor, aunque todavía queda mucho camino por recorrer para alcanzar la igualdad. Al menos de portunidades, pues toda apunta a que hombres y mujeres no se desenvuelven de la misma manera en difeents ramas de la cienca. Para el debate, os pego un fragmento de un artículo publicado en la revista Science en agosto de 2005 y que se titula More Woman in Science:
Although there is a substantive body of evidence indicating that overall intelligence does not differ between men and women, controversy persists as to whether specific aspects of cognitive ability differ (2, 3). A recent debate by experts illuminates the issues and provides a summary of the literature in the field (4). We chose not to discuss these possible differences here for a number of reasons. First, there is no ideal constellation of cognitive abilities required to be a scientist. To be successful, scientists need deductive reasoning abilities, verbal skills, quantitative reasoning, intuition, and social skills. Men and women may differ, on average, in some of these abilities, but that is not a basis on which we can predict success because different mixtures lead to diverse, yet successful, approaches and styles in science. Second, there is no convincing evidence that women's representation in science is limited by innate ability. Between 1970 and 2003 (a time too brief for observable changes in innate ability), there was a 30-fold increase in the proportion of Ph.D.'s granted to women in engineering. This was a time in which attitudes and laws pertaining to gender changed dramatically, which provides strong evidence of the cultural and structural impediments to women. In this Policy Forum, we focus on the cultural issues that manifest in the behaviors of individuals and the policies of institutions because these factors make a difference and can be changed..... The low number of women trained in certain fields is partially to blame for the paucity of women on the faculty. Nevertheless, many fields continue to suffer a faculty gender imbalance even though women compose from one-quarter to almost half of their graduating doctoral candidates (see table). Superb women scientists may not pursue academic careers simply because they are not encouraged to do so, question whether they have what it takes to be successful, or lack female role models who would help them envision themselves as faculty. Well-meaning advisers may interpret women's hesitation and concerns as disinclination and may fail to press their women students to consider academic careers. Explicit encouragement of outstanding doctoral candidates to enter the professoriate will help close the gap. Programs designed to prepare students to be faculty, such as those offered by many professional societies, universities, and private organizations (6), can provide access to role models and may inspire confidence and commitment.
Al tal Summers le hacía yo una castratio científica
Mal empezamos desde el título, llamando damas a las mujeres investigadoras. La Rae dice que, aparte de mujer distinguida, dama puede significar "En palacio y en las casas grandes, acompañante o servidora de la señora principal o de sus allegadas" o "Ramera de calidad". En cualquiera de los dos casos, las mujeres no salen bien paradas.
Ya veo que usted, anónima, no está entre las mentes brillantes que tanto le cotó encontrar a Gould.
Por la ciencia no puedo hablar, pero por mi profesión (soy ilustrador) sí: el volumen de ilustradoras en mi generación es muy bajo, y eso no representa (a mi modo de entender) ninguna diferencia en el modo de intuir la representación gráfica relacionada con los cromosomas, tan sólo es una cuestión educacional: cuando yo era chaval no se animaba a las muchachas a plantearse una profesión que se mostraba como masculina y en la eucación, al menos en los colegios que la ejercían separadamente (el colegio de mis hermanas, por ejemplo) se le daba mucha más preponderancia a las actividades manuales "femeninas" que al dibujo. Eso no obedece a ninguna diferencia científicamente establecida, sino que es sexismo puro y duro. Pude ver el resultado cuando estudié la carrera de ingeniero técnico: mis compañeras como media venían con una base de dibujo muy inferior a la de mis compañeros pero no les resultaba difícil ponerse al mismo nivel en cuanto nuestros profesores (excelentes, por cierto) les ayudaban a entender correctamente algunos conceptos básicos sobre (por ejemplo) pensamiento espacial.
Sospecho que en ciencia sucede lo mismo: durante generaciones se ha desanimado a las mujeres a seguir determinadas carreras por considerarlas no femeninas. Las actuales investigadoras de 40 - 50 años de edad debieron ser una exigua minoría en sus carreras cuando estudiaban porque nadie animaba a las jóvenes hace treinta años a dedicarse a ello.
Incluso hoy hablar de "igualdad de oportunidades" sigue siendo disparatado: al margen de las demasiado conocidas discriminaciones laborales hacia las mujeres con hijos (por poner sólo una de las más usuales) en las mismas condiciones de estudios y capacidad profesional demasiados laboratorios siguen considerando más idoneo que las investigaciones las dirijan hombres, como si el tener un par de colgajillos tuviera algo que ver con la capacidad de liderar un equipo o la pura creatividad.
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