martes, 23 de enero de 2007

Bon anniversaire, Tintin!

Ya hace un siglo que nació Georges Remi, el creador de Tintín. Las primeras aventuras del pequeño periodista belga –políticamente muy incorrectas– transcurrían en el ignoto país de los soviets y se publicaron en el diario católico Le Vingtième Siecle, de Bruselas. Era enero de 1929 y en España reinaba todavía Alfonso XIII.

Casi todo se ha dicho, y se ha escrito, sobre el reportero de los bombachos y la cresta rubia; y sobre los tintinólogos, y sobre la linea clara. Ahora, hasta el 19 de febrero, en el Centro Pompidou de París, se puede ver una completísima exposición-homenaje que los jueves permite prolongar la visita hasta las 11 de las noche.

Algunos nos conformaremos con echar un vistazo a las
muchas webs no oficiales, también en català, del eterno adolescente viajero de Moulinsart.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí me gustaban el profesor Tornasol y el capitán Haddock. Tintín no me acababa de convencer. Y los gemelos Hernández y Fernández tampoco eran la quinta esencia de la perspicacia. Aparte de Tornasol y Haddock, que le tenía que haber dado lo suyo a la Castafiore, el resto era todo como muy... francés? Thanks Lynkx.

Anónimo dijo...

a mí me gustaban, me gustan, todos los personajes. pero, efectivamente y como apunta Lynkx, si se hiciera una revisión de lenguaje y de narración y de historia políticamente correctos, en fin, no quiero ni pensar qué pasaría.
Yo me los leí todos y mis hijos también.
Y me/nos gustan Y happy anniversary

Vince dijo...

Pues el caso es que sí que se hizo esa revisión, Anónimo. Si comparamos , los diálogos de la primera versión de "Tintín en el Congo" con los de ediciones posteriores, es un poco para alucinar.

Pero la verdad es que nunca he sido muy fan. Para mi gusto, los mejores son "El secreto del Unicornio" y "El tesoro de Rackam el Rojo". Y los de la Luna, claro.

Anónimo dijo...

Yo siempre he considerado que Tintín era un pedorro insufrible, y que su perro merecía mil y un atropellos. Por suerte Hergé hizo entrar en escena al increíble capitán Haddock, martillo de antropófagos, mamelucos y batibuzús, y fue como si se hubiera colado una bocanada de aire en medio de una tumba. ¡Un hurra por el presidente de la sociedad de marineros contra el alcoholismo!