Hace años viajó a Afganistán para hacer un reportaje sobre la (dura) vida de sus mujeres. Le chocó, entre otras cosas, la costumbre que tenían las afganas de caminar 5 pasos por detrás de sus maridos, como gesto tradicional y obligado de sumisión. Cuando volvió recientemente a Kabul, tras la caída del régimen talibán, observó que ellas ya eran visibles públicamente e iban recuperando y conquistando derechos básicos... pero seguían caminando tras sus hombres; incluso mucho más atrás, casi 10 pasos ahora. Resultaba inconcebible para la norteamericana, que no entendía como las combativas afganas seguían con aquella vieja costumbre; y encima no parecían molestas con el agravio.
La periodista hizo lo que se suele en el oficio; preguntó: "¿Por qué estáis tan contentas con ese hábito primitivo que siempre combatisteis?"
La interrogada miró a la Walters a los ojos y, sin alterarse, susurró: "Minas."
(Thanks, Paula!)
3 comentarios:
Sumisas, degradadas, vejadas y, sin embargo, sabias.
jajaja, es buenísimo :)
A los machos afganos ya les pueden ir dando el premio Darwin. Buenísmo
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