miércoles, 7 de marzo de 2007

"Terapiès naturals"

Curanderos, chamanes, homeópatas, hechiceros y sanadores estarán encantados con Marina Geli, Consejera de Sanidad de la Generalidad de Cataluña. Desde el 1 de febrero, sin embargo, la medicina publica ha retrocedido varios siglos en España.
"La existencia de diversas formas de entender la persona, el diagnóstico, la enfermedad y el tratamiento, relacionadas con la tradición de las diferentes culturas, condiciona criterios u opciones médicas y terapéuticas distintas.
Existen la medicina oficial, convencional o alopática y el resto de criterios llamados no convencionales, complementarios, alternativos, naturales u holísticos. Cada uno de estos criterios utiliza diferentes remedios o técnicas.
Se entiende por criterio natural a aquellos que parten de una base filosófica diferente a la medicina convencional o alopática y aplican procesos de diagnóstico y terapéuticas propias..."
Así comienza, traducido del catalán, el inefable DECRET del gobierno autómomo del Principado, mediante el que se regulan las llamadas "terapias naturales y alternativas". Una pieza legislativa realmente única en el mundo occidental, teóricamente racionalista y heredero de la Ilustración. Y encima presumen: ¡pioneros en Europa!

A pesar del intenso
debate social en la blogocosa, de las alegaciones, las protestas y las recogidas de firmas... al final la multiculturalidad y el pensamiento mágico han acabado por imponerse en nuestra sanidad pública; precisamente de la mano de un gobierno progresista "catalanista i d'esquerres".

(El cuadro: "Curandero en el mercado", de Jan Victors, hacia 1650)



3 comentarios:

Anónimo dijo...

No es tan raro: ese tipo de soplapolleces forma parte del bagaje emntal de un amplio espectro de los llamados "alternativos" de todo pelaje, que consideran represivo cualquier intento de mantener un control racional sobre la salud y la medicina. Dado además que cosas como la homeopatía, las gemas curativas, el agua magnetizada, la reorganización del aura… son del todo inocuas (no curan más allá del efecto placebo, pero no matan) resulta difícil encararlas con la legislación sobre farmacopea. Añadámosle que las empresas que se dedican a estos temas obtienen un beneficio enorme sin gastos apreciables, ya que envasar agua destilada no cuesta demasiado, y aportan a la administración sustanciosas cantidades, ya sea en forma de impuestos o como talegadas bajo mano a los partidos políticos (la homeopatía por ejemplo está casi monopolizada por empresas alemanas, país en el que curiosamente los gobiernos apoyan su uso de forma entusiasta) tenemos un escenario ideal para que florezcan todo tipo de terapias estúpidas cuya único denominador común es su apuesta por la idea de que hay mucha gente deseando encontrar en qué tirar su dinero y alguien tiene que recogerlo. ¿O es que alguien encuentra muy diferentes esas terapias "naturales" a la explotación económica de la gruta de Lourdes?

Anónimo dijo...

Por cierto, Hitler era un fanático de las bondades del vegetarianismo para obtener un espíritu sosegado y equilibrado, y su faldero Rudolf Hess era un incondicional de la macrobiótica. La estupidez no depende de la ideología, sólo de uno mismo.

Anónimo dijo...

No estoy nada de acuerdo con despreciar de esta manera las terapias alternativas. En mi caso, y no soy nada sospechosa de sumergirme en esoterismos, tanto la acupuntura como la reflexoterapia me han ayudado a superar algunas dolencias psicosomáticas que la medicina convencional no había sido capaz de hacerlo.

Sin embargo, reconozco que junto a buenos profesionales, hay mucho parlanchín. Como en todos los negocios.

Gracias Lynx