viernes, 20 de abril de 2007

Memoria e Historia

De los Diarios Completos de Manuel Azaña, presidente de la República Española, sobre los sucesos de mayo en Barcelona:

(20 de mayo de 1937)
"Han pasado tantas cosas en estos quince días que no me será fácil contarlas, por lo menos con algún orden. Empiezo por lo de Barcelona, muy grave, y que ha podido ser la escena final, por lo menos, en cuanto a mí se refiere. No quiero entretenerme en los antecedentes, porque sería muy largo. Hay para escribir un libro con el espectáculo que ofrece Cataluña, en plena disolución. Ahí no queda nada: Gobierno, partidos, autoridades, servicios públicos, fuerza armada; nada existe. Es asombroso que Barcelona se despierte cada mañana para ir cada cual a sus ocupaciones. La inercia. Nadie está obligado a nada, nadie quiere ni puede exigirle a otro su obligación. Histeria revolucionaria, que pasa de las palabras a los hechos para asesinar y robar; ineptitud de los gobernantes; inmoralidad, cobardía, ladridos y pistoletazos de una sindical contra otra, engreímiento de advenedizos, insolencia de separatistas, deslealtad, disimulo, palabrería de fracasados, explotación de la guerra para enriquecerse, negativa a la organización de un ejército, parálisis de las operaciones, gobiernitos de cabecillas independientes en Puigcerdá, La Seo, Lérida, Fraga, Hospitalet, Port de la Selva, etcétera. Debajo de todo eso, la gente común, el vecindario pacífico, suspirando por un general que mande y se lleve la autonomía, el orden público y la FAI en el mismo escobazo."

Del bueno de George Orwell
, sobre lo mismo.

Del blog de Joan Saura, actual responsable de Interior de la Generalidad de Cataluña.

Decía
Spinoza que "nada somos al fin sino memoria". Pero la memoria es plural. Y privada. Ninguna ley podrá escribir la Historia. O reescribirla. "Ilegítimos".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y a quién coño le importa? Han pasado 70 años, joder!

Anónimo dijo...

La izquierda (y los nacionalistas) usan a los muertos para que los vivos no tengamos paz. Ahora, niños bien del franquismo quieren anular las condenas de los tribunales de franquistas, sin distinguir entre los inocentes y los criminales de guerra. El PSOE sigue sin reconocer el terrorismo de Estado de los GAL.

Juan Luis Cebrián, hijo de un alto cargo de la Prensa del Movimiento, el falangista Vicente Cebrián, y director de los Servicios Informativos de RTVE en 1974 a los 30 años, escribió en enero de 1977 en El País un artículo en el que condenaba todo recuerdo de todos los muertos de la guerra. Unos años después, se ha convertido en ideólogo de la memoria histórica.
Extraigo unos párrafos del artículo, titulado El final de una guerra y publicado el 9 de enero de 1977:

<< Las víctimas en las guerras civiles no se deben exaltar por ninguno de los dos bandos, ni mucho menos por el victorioso, en menosprecio de quienes fueron derrotados. Lo contrario equivale a perpetuar el espíritu del fraticidio.
(...) Yo no voy a terciar en esa polémica cruel sobre quién asesinó más en aquellos años. Se asesinó y basta. Y no nos duelen a los españoles de hoy más los crímenes de un bando que los de otro.
(...) Hasta hace sólo un par de años los medios de comunicación oficial han machacado sobre nuestras cabezas la única realidad tangible: que el Poder de Franco también se basaba en el derecho de conquista y no era otro que el del vencedor de una contienda que acabó siendo permanente [Bien lo sabía él, que fue fue director de los servicios informativos de RTVE y redactor-jefe en el falangista Arriba].
(...) Cada vez que el Rey o el Gobierno dan un paso hacia la reconciliación deseada hay alguien que saca Paracuellos, Guernica, las tapias del cementerio del Este, Grimau, Carrero, la calle del Correo, Montejurra...
(...) sólo sobre la superación del pasado, de todos los pasados es pensable construir el presente
(...) Es imposible construir una democracia pacífica basada en el rencor la revancha o la prepotencia.
(...) Sólo con un total olvido objetivo de los temas que nos dividieron sangrientamente podrán los españoles construir su nueva paz civil. No se trata de reparar hipotéticos errores de la justicia, sino de ejercitar el mutuo perdón humano.
Hoy toca enterrar definitivamente nuestras diferencias >>