"En la noche siguiente me enamoré de ella"

Aburrido de la basurita monumental e hipermarketiniana de Las Benévolas, de Johnatan Littell –ya saben, el premio Goncourt revelación del 2006, ese libro que-hay-que-leer, la logorréica y deprimente peripecia de un verdugo nazi a través de la Segunda Guerra Mundial... y de casi ¡1.000! insoportables páginas–, el azar pone en mis manos lo que amenazaba con ser otra brasa sobre la banalidad del mal, la memoria y la culpa: El lector, de Bernhard Schlink.

¡Qué diferencia, bello azar! Se trata de una novelita (200 páginas) deslumbrante y sin pretensiones, publicada por Anagrama en 1997 y que, me entero ahora, fue un éxito editorial inesperado en la Alemania de 1995. Intento hallar algunos adjetivos adecuados para esta pequeña joya: voluptuosa pero contenida; perturbadora; rara. Verosímil y sin artificios. Una historia de amor y de compasión; de exigencia, comprensión y condena: la de un chaval de 15 años seducido por la ex-guardiana de un campo de exterminio.

«Entre ma mère et la justice, je préfère toujours ma mère» diría en cierta ocasión Albert Camus. ¿Y tu? ¿Qué harías si descubrieras que el amor de tu vida fue una criminal de guerra antes de conocerte? Por cierto, el autor es juez de la corte constitucional del land de Renania-Westfalia y profesor de Historia de la Ley en la Universidad Humboldt de Berlín...

Un buen regalo para estos días (difícil de encontrar, pero no imposible).