Por una concatenación de circunstancias adversas sin mayor interés, he pasado más de tres días sin posibilidad de acceso a la red. Un infinito fin de semana.
Ni ordenador ni portátil. Ni ADSL ni wifi ni modem USB. No blackberrys, no smartphones, no cibercafés. Rien de nothing.
Es lo más parecido que recuerdo a pasar hambre (Østerby Havn, 1974) y sed (Chefchaouen, 1976); a vivir sin agua, gas o electricidad (Londres, 1975); a no tener un duro en el bolsillo; a soñar que echo a correr y tengo los pies clavados al suelo, que grito y no sale voz.
Supongo que la falta de oxígeno será la mitad de peor.
Mono. Precariedad. Soy un yonqui de internet.
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5 comentarios:
Me alegro de que lo reconozcas, yonkito ;)
Yo aprovecho mis (escasas) vacaciones para curas de desintoxicación: procuro alejarme lo más posible de los teclados y la casa de mi madre en el pueblo es un sitio idóneo para hacerlo. Si tengo que llevarme para hacer algún dibujo, es a la antigua usanza, con papel y lápiz.
Ya pasó, ya pasó...
¡En horabuena!, acaba usted de pasar por lo más parecido a un retiro espiritual, alejado del mundanal ruido. ;)
No sabe cómo le entiendo ahora Lynx: la red, el ipod, el móvil y la Blackberry son mis compañeros de habitación, además de un terrible gripazo, desde hace 48 horas. No sé que hubiera hecho sin todas esas conexiones. Seguro que hubiera sido peor.
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