martes, 28 de julio de 2009

No compres un libro (sólo) por su título


No hagan como yo. Decidí comprar las memorias amorosas de Luis Racionero por dos razones que luego se demostraron equivocadas: por el título, que me pareció agudo, jocoso e inteligente; y porque cierta noche de insomnio me topé con su autor en una televisión de madrugada, departiendo a calzón quitado con Fernando Sánchez Dragó. Promocionaban el libro, claro. La conversación entre aquellos dos rijosos compinches –hablaban de mujeres, por supuesto– me resultó tan políticamente incorrecta, tan irresistiblemente anacrónica, y divertida, tan antediluviana, que acabé por incluirlo en mi equipaje con la excusa de 'una lectura ligera pero inteligente para estas vacaciones', algo con lo que atenuar la presumible pesadez de la autobiografía de H. G. Wells o el thriller histórico de Christian von Ditfurth.

Craso error. Una cosa es dejarse llevar por la entretenida conversación de dos cantamañanas misóginos disfrazados de maestros budistas, y otra, bien distinta, enfrentarse a la lectura de esta especie de crónica sentimental timorata y de encargo, escrita apresuradamente y de mala gana, repetitiva, cargada de chascarrillos, topicazos y lugares comunes.

El libro se divide en dos partes: en la primera ('La Teoría'), salpicada de manidas disquisiciones sociopolíticas sobre la-España-que-pasó-de-la-dictadura-a-la democracia, aspira a descifrar, ni más ni menos, "el arte supremo de la naturaleza femenina" para conquistar y utilizar a los hombres. La casuística utilizada para tan ambiciosa generalización se extrae, por supuesto, del pobrecico Racionero y sus seis desastrosas relaciones. Lo más divertido: la propia perplejidad del autor al verse abandonado, una y otra vez. Su Gran Excusa: aquellas madres de su época –de todas las épocas– que no enseñaron a sus varoncitos a llevar una casa como dios manda.

La segunda parte –'La Práctica'– repasa, cual diario adolescente, su inventario de conquistas y fracasos sentimentales. Y quien espere morbo –¡yo, al comprar el libro!– que se despida. No salen aquí Elena Ochoa, ni María Vidaurreta, ni María José Ragué, ni... Tan sólo A., B., C., D., E. y F. Y muchas páginas de relleno para contar, una y otra vez, la misma historia: la del galán inmaduro y más bien pesado que trata de conquistar y seducir a toda mujer que se le pone a tiro, pero que parece incapaz de mantener una relación adulta –entre iguales– con ninguna de ellas.

Divertido a veces, por patético. Lamentable, casi siempre. Apenas tolerable cuando se refiere, con distancia y sin dramatismo, al dolor narcisista de la ruptura. Y es que este gran diletante que es Racionero –'Sólo te interesa levantarte tarde y leer', le reprochará una de sus "amadas"–, con seis iniciales-muescas en la culata de su romántico revolver, todavía no se ha enterado del ABC de la relación amorosa.

No hagan como yo: si desean alguna sugerencia de lectura para las vacaciones, vean estas recomendaciones>>

(leído en MUY INTERESANTE)

1 comentario:

Anónimo dijo...

jajaja, voy a comprarlo inmediatamente!