Es la Quinta de la Fuente del Berro. ¡Y está ahí desde el siglo XVII!
Son las cosas que me siguen sorprendiendo de esta ciudad, casi treinta años después.
Salí sin mi cámara, así que tomo prestadas las dos fotos de Amador.
Esta de abajo es del monumento a Gustavo Adolfo Bécquer. Rodeado de rosas de pitiminí. Literal. En octubre.
4 comentarios:
Los paseos de otoño siempre te descubren lugares nunca mirados aunque siempre los hayas visto.
Todavía quedan rincones que nos sorprenden... ¡¡¡y en Madrid!!!
Felicidades por ese gran descubrimiento.
Yo vivía en Conde de Casal y me gustaba ir a la Fuente del Berro con mis padres a ver pavos reales (no se si siguen ahí). Además eso de estar medio escondido, como usted comenta, hacía que ese parque me atrayese todavía más.
Gracias por el recuerdo.
Sorry, atrajese... ej que me se ban las palabras
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