jueves, 5 de noviembre de 2009

Dos adioses a un sabio...


... tan distintos!


Son los obituarios de Claude Lévi-Strauss. Publicados ambos en el mismo medio de comunicación.

La primera necrológica es de Lucrecio, alias de Gabriel Albiac:
"Tenía 101 años y era el último. De su generación de grandes profesores, de escritores enormes, de hombres arrogantemente superlativos: fue amigo –y guasón crítico– de Jacques Lacan, compartió mesa con André Breton y la tribu surrealista, se sentó en el restringido club de los inmortales que componen la Académie Française, dictó sus cursos en el más alto Olimpo académico, el Collège de France, en donde deslumbró a cuantos tuvimos la rara fortuna de escucharlo, tuvo una vida larga y fastuosa, que hubiera quedado prematuramente quebrada en Buchenwald o en Auschwitz, si no hubiera tenido la prudencia de huir de la Francia petainista menos de un año antes de la aniquilación judía..." [continuar leyendo]
La segunda esquela, de Pepe García Domínguez, "La traición de los clérigos":
"Desde el mismo instante germinal de la Modernidad, en el siglo de las Luces, Nafta y Settembrini sostienen un pulso interminable en la cumbre de la montaña mágica. A veces, parece que se va a imponer Settembrini. Entonces el "nosotros" cede paso al "yo"; el espíritu nacional, a los valores universales; la costumbre, a la razón; y las emociones, al intelecto. Pero pronto cambian las tornas y es Nafta quien humilla la muñeca de su oponente, empujándola con fuerza contra el tablero. En ese momento la cultura se desvanece en su plural imposible; retorna la comunidad a ocupar el sillón del gran inquisidor; y salen de sus guaridas los románticos con sus particularismos gregarios, su culto pagano al Volksgeist y su glorificación de cuanto suene a "popular". Así, hasta que en la cumbre el brazo de Settembrini comience a recuperar de nuevo la vertical y en la planicie dé inicio un nuevo ciclo..." [continuar leyendo]
Ambos –radicales, apasionados, parciales, complementarios, excelentes... –, en Libertad Digital.


1 comentario:

José Antonio Peñas dijo...

Por el contrario, a mi Levy-Strauss me parece un caso d una inmensa fachada sin nada tras ella. Su obra me resulta pedante y su validez científica, endeble por no decir insostenible.

Claro que yo me defino con orgullo como materialista, así que la mayoría de la gente no considerará mi juicio como ecuánime.

QUiero decir, la mayoría de la gente que ha leído a Levy-Strauss. Los espectadores de Sálvame tardarán más en hacerse una opinión