«Un hombre tiene a otro en su poder cuando lo ha encadenado, le ha privado de armas y medios para defenderse o huir, o bien cuando lo ha ligado a sí con tales beneficios que éste desee más ajustarse a los criterios del primero que a los suyos propios, y vivir conforme a las preferencias de aquél más que conforme a las suyas. En los dos primeros casos, quien posee el poder se ha apoderado del cuerpo del otro, pero no de su mente; en los dos últimos, ha impuesto su derecho tanto sobre su mente como sobre su cuerpo, durante tanto tiempo cuanto duren el miedo y la esperanza».Baruch Espinoza, en su Ética demostrada según el orden geométrico (1677)
martes, 23 de febrero de 2010
Sin miedo ni esperanza
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