"Preguntarnos cómo podemos ser libres si nuestras acciones e intenciones están grababas en nuestras neuronas equivale a incurrir en un error clásico de categoría. Cuando Francis Crick intentó impresionar a sus lectores diciendo que no eran más que "un montón de neuronas", demostró no haberlo entendido. "Somos" un montón de neuronas... y de otras células. También somos, en parte gracias a que poseemos esas neuronas, seres humanos con capacidad de obrar. Somos organismos biosociales y poseemos una mente conformada por la interacción, a lo largo de la evolución, del desarrollo y de la historia, entre nuestro cuerpo y nuestro cerebro –aquel "montón de neuronas"– y los mundos sociales y naturales que nos rodean; y precisamente por esto poseemos, como seres humanos, la capacidad de crear y recrear nuestros mundos.
Los conocimientos neurocientíficos pueden enriquecer nuestras nociones éticas, pero no las pueden reemplazar, y será mediante nuestra capacidad de obrar expresada en el ámbito de lo social como seremos capaces, si es que llegamos a serlo, de afrontar los aspectos éticos, legales y sociales de las neurotecnologías emergentes".
jueves, 30 de diciembre de 2010
Ética y neurocentrismo
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