Con 35 grados a la sombra celebra Zaragoza el Día de Internet. No quiero ni pensar cómo será en esta ciudad el Día del Calentamiento Global. Por si acaso, absolutamente TODOS los coches, también los de la policía, circulan con la cinta/amuleto de seda de la medida de la Vírgen del Pilar (36,5 centímetros mide la zagalica), de obtención exclusiva en la sacristía de la Basílica; previo donativo voluntario de un euro.
Aprovecho para una visita rápida a los colegas de Aragón Digital y Aragón Press, pioneros de los nuevos medios en la capital del Ebro, periodismo joven a pie de calle; con aire acondicionado.
(gracias a Chon y Alberto por su ayuda con imageshack)
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2 comentarios:
Y las medidas son de varios colores. Creo que incluso en Memphis, USA, se pueden encontrar algunas.
Y a todo esto, que el Barça ha ganado. Como siempre, haciéndonos sufrir a todos. ¿Habrá por ahí también alguna "medida? En fin, mi alegría no tiene medida.
A mi y a nuestros corresponsales nos ha tocado lidiar con el día de internet en las comarcas de Huesca.
Ayer hubo desde una clase virtual en un municipio de Alto Gállego, que se llama Senegüe hasta la creación de un fotoblog con imágenes antiguas en la comarca de Somontano, en el núcleo de Salas Altas.
Pasando además por jornadas de puertas abiertas en varios infocentros de las diferentes capitales de la provincia.
Me pregunto si alguien aprovecharía esa jornada de puertas abiertas para consultar cómo se fabrica una bomba atómica o el fotoblog para publicar una viejísima prueba de un romance clandestino de antes de la guerra.
Es curioso como Internet siempre estará a mitad de camino entre la antigua biblioteca de Alejandría y un inmenso barrio rojo impalpable en el que da miedo cruzar algunos escaparates.
Y a pesar de que acorta las distancias de forma tan vertiginosa, nos sigue gustando sudar juntos, gritar juntos, desnudarnos de alegría en una fuente cualquiera si gana nuestro equipo.
Ayer, la imagen más triste que vi, fue la de un hombre solo, de unos 40 y tantos, viendo el partido del Barça en un bar sin más compañía que una cerveza, totalmente quieto. No se movió ni un ápice aún cuando se marcaron los dos goles. Miraba a un lado y a otro de vez en cuando, con un aire de melancolía, como si Ronaldinho fuese una antigua amistad malmetida. Ni siquiera conocía al camarero...
Un abrazo : )
Javi
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