La vida está siempre jugando con nosotros y gusta de conducirnos a lugares insospechados, incluso en la ciudad donde siempre habíamos habitado. Acompaño a un amigo a la inverosímil Ferretería Ortiz, en la calle Narváez, 47 de la capital del Estado; auténtico emporio de la metalistería y los herrajes, los cerrojos y la grifería, desconocido para mi hasta la fecha. Andamos buscando una percha muy particular. Y la encontramos. Satisfacción sosegada del cazador, regresando a la cueva con la pieza ansiada, entre una multitud de semejantes. Nunca volveré a Leroy Merlin.
sábado, 20 de mayo de 2006
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5 comentarios:
Que no volverás a Leroy Merlín? Pero habías estado alguna vez?
Amigo Iñaki: ni Leroy Merlin ni Ikea tienen secretos para mi. Precisamente el otro día entablé allí conversación con Ramoncín
No, si para entablar conversación cualquier sitio es bueno... También se liga bastante con un perro en el parque, o con un niño pequeño, ejerciendo de padre custodio de fin de semana judicial
No creo que haga falta decir dónde irás o no volverás jamás.
Sólo decimos, o digo, dónde he estado bien o dónde no. Ya sé, siempre se dice un nombre. Es como coca o pepsi, o moviestar y vodafone o blas y epi.
Pero tomo nota, porque mi casa necesita unos arreglillos. O sea, que tampoco hay que ser tan hipócritas.
Y además, me encantan las tiendas.
¡Buena historia! : )
Me recuerda en parte las películas de Jacques Tatie, las tiras cómicas de Quino que no son de Mafalda y algunos libros de Javier Tomeo (en especial, "La Mirada de la Muñeca Hinchable")
Adelantarse al absurdo cotidiano, quitarle el mando, formar parte activa de él antes de que acabe por absorvernos...
Creo que mañana me decidiré y compraré por fin los moldes para bombones con forma de estrellas, de patitos, de caballitos de mar... Y eso que no sé cocinar.
Pero son tan bonitos... : )
Javi
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