Time past and time future
What might have been and what has been
Point to one end, which is always present
Algunos trataron de atraparla con la poesía y casi lo consiguen ("This is the way the world ends/Not with a bang but a whimper", Thomas S. Eliot).
Precisamente en los poetas, y no al revés, se inspiró la ciencia para darle caza. Y con ello sigue, particularmente los fieles de esa disciplina cuasi-teológica que damos en llamar Física. Martin Amis quiso darle la vuelta con una magistral pequeña novela, ya agotada, La Flecha del Tiempo.
Desde 1976 hasta ahora mismo, el fotógrafo argentino Diego Goldberg, y Susy, han construido con este impactante retrato de familia, un ensayo sobre la escala humana del tiempo, tan poquita cosa, no es cierto?
No me canso de mirarlo.
(visto en mirá!)
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En su libro "Cara a cara con la vida, la mente y el universo", Eduardo Punset escribe: "El cerebro se encarga de borrar de la memoria de un hombre la apariencia que tenía de joven, para que su rostro envejecido y el transcurso del tiempo le parezcan normales cuando se mira al espejo por la mañana y no sufra".
Esta idea del cerebro consolador (sin segundas) es de lo más atractiva. Lástima que no funcione igual cuando encontramos una fotografía nuestra de veinte años atrás, y nos vemos con más pelo (o, sencillamente, con pelo), menos michelines y... bueno, dejémoslo correr.
Seguimos sin asimilar que la fachada no hace el hogar. Desde que nacimos el tiempo lleva pasando sin darnos un respiro, los momentos buenos pasan en un suspiro y los malos pueden estar con nosotros una eternidad.
Las cosas malas las trae el tiempo, es inevitable, por ello cada momento hay que disfrutarlo, sin mirar atrás, como si fuera el último.
Todos tenemos un mismo fin, pero parece que de pequeños no nos lo explicaron bien y nos pasamos media vida en esa lucha contra el tiempo y contra los sintomas que ello conlleva. Intentemos estar durante el transcurso de esta corta existencia lo mejor posible con nosotros mismos y con los demás.
Dediquemos una sonrisa a los que nos rodean!
Casualmente en tuexperto.com, que se recomienda en este blog, aparece la secuencia fotográfica de una chica que se ha hecho la misma fotografía, en el mismo lugar, durante tres años, sin fallaru un solo día
En cierto modo esa imagen me recuerda a mí mismo: me veo en el espejo por las mañanas y aunque sigo siendo yo voy descubriendo nuevos detalles en mi cara, una nueva arruga al levantar la sonrisa, un pliegue distinto al arquear la ceja, nuevas hebras blancas en mi pelo y barba… y lo mismo con mi chica; a veces me sorprendo mirándola con cara abobada, preguntándome cómo puede haber pasado tanto tiempo (ya vamos para veinte años juntos)
Eso sí, dado que me tengo mucho cariño a mí mismo (soy bajito y feo, pero me aprecio y en el fondo me encuentro resultón) no lo veo como un avejentamiento, o un deterioro: simplemente sumo y sigo, y le voy añadiendo más elementos a mi reflejo.
Me declaro enemigo feroz de esa estúpida publicidad que ofrece borrar las arrugas de expresión rellenándolas de colágeno y oxígeno activo (debe ser que el que respiro es pasivo, por eso puedo pillarlo sin que huya), y todo tipo de tintes para que tu cabello sea cualquier cosa menos real. Mis arrugas, mis hoyuelos y mis canas son mías, son la prueba de que mi vida es real y ahí se quedan.
Y por muchos años, espero
EL zeitgeist, eso es lo que es, el zeitgeist en el gesto, el rictus, las arrugas, los pequeños arañazos y lavazones con salfumán y agua regia en las caras de las personas.
Menos mal que olvidamos nuestras caras día a día para no tener que enfrentarnos (sólo ahora) a este demonio que llamamos tiempo pero que en realidad es némesis
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