"Vaya por delante que una ha encontrado en el de divorciada su estado civil natural. Ese que los hombres asimilan a morbo sin ataduras, experiencia sin remordimientos, revolcón sin papeleos. Vaya por detrás que los anillos de compromiso y el Ave María de Haendel me producen sudores, taquicardia y prurito. Quede claro que al tul ilusión, las arras y los moños con tirabuzón de peluquería los condenaría al ostracismo del museo de la ingenuidad o de los horrores, sitos en la misma calle de los pasos perdidos.Pero, y esto sólo se lo confesaré a mi Richard, lo que ocurrió anoche hizo tambalear los cimientos de mi frágil naturaleza. Ni mis Orfidales, ni mis Lexatines, ni el cóctel de Espidifén y Alka Seltzer han logrado que hoy conciliara el sueño debido a una excitación del 6 en la escala Richter. Cuando el pobre Richard pensaba que ya me estaba metiendo en vereda, va mi amiga C. y me provoca una regresión del carajo. Anoche, micrófono en mano, su novio le pidió que se casara con él. Delante de los treinta amigos que asistíamos a la fiesta. A pecho descubierto, como en las películas simplonas que tanto me chiflan. Porque Richard Gere en “Pretty woman” consiguió que mis amigas y yo deseáramos ardientemente ser putas por un día, como Julia Roberts, pero no casarnos. Y el mismo Richard Gere en “Oficial y Caballero” no nos emocionó ni un poquito en su performance sentimental con Debra Winger (de acuerdo, sacar a tu chica en brazos de la fábrica mientras todos aplauden tiene su aquel, pero la clase obrera acostumbra a hacer estos desmanes gratuitos para olvidar por un momento su natural alienación). Así que cuando ese hombre sin canas ni afecto al budismo pronunció las palabras mágicas: “C, ¿te quieres casar conmigo?” juro que me sobrevino una descarga eléctrica de la que aún no me he recuperado. Todas mis convicciones de divorciada desengañada quedaron pulverizadas por unos segundos, y de repente me vi blanca y radiante, con moño, tul y hasta suegra. Y juro que a las veinte escépticas del amor que me rodeaban les ocurrió algo parecido, en una suerte de rapto hormonal que nos llevó a un “di que sí” que hoy, tirada en el diván del Richard y sin efluvios etílicos, me parece una película que rebobino una y otra vez en busca de contenidos subliminales, mientras mi terapeuta se limita a zanjar la cuestión con un: “¿Ha oído hablar de los fenómenos de histeria colectiva?” para, antes de yo darme cuenta, acompañarme a la puerta tarareando el “Blanca y radiante”."
Es la entrada mejor valorada del nuevo blog (medio año) de Virginia Galvín, subdirectora de Marie Claire en la vida civil, y divertidísima paciente de diván en Richard y yo.Y éste, el post más visto: Clases de hombres >>
3 comentarios:
Por fin, un blog "femenino" inteligente!
Gracias por la recomendación. Fíjese que lo tenía cerca y no lo había descubierto. Buena escritora esta tipa: ágil, divertida y entendible lo que dice.
Fresquita, inteligente, con recursos, humor y clase; sin topicazos, sin frases hechas, sin corrección político-social... Sin pretensiones.
Esperemos que no le de el ramalazo Carry Bradshaw-Bridget-Lindo, gracias por la pista Lynx!
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