domingo, 7 de enero de 2007

Babel: diez contra una

Babel el día de Reyes, para cerrar las Fiestas.
Hay más de 10 razones para no perderse la película de González Iñárritu (con excelente guión de Guillermo Arriaga
):

  • 1. Las montañas del Atlas, en Marruecos; y la vida de sus hombres y mujeres, pastores, cazadores, supervivientes...
  • 2. Su impecable sentido del ritmo cinematográfico
  • 3. La música magnética de Gustavo Santaolalla
  • 4. Las recreaciones de una boda mexicana en la frontera; de los adolescentes de Tokio
  • 5. Las interpretaciones de Adriana Barraza (Amelia), Rinko Kikuchi, Cate Blanchett y, sí, también Brad Pitt.
  • 6. La eficiente brutalidad de la policía marroquí; la robótica eficacia de los agentes de inmigración estadounidenses; la sabiduría torpe del detective japonés
  • 7. Los padres y los hijos; los padres con los hijos; los padres contra los hijos; las familias rotas
  • 8. La belleza áspera del mundo moderno en crisis, dividido por la lengua, la cultura, la política, la religión; tan interconectado como incomunicado
  • 9. La sinceridad de unos personajes desorientados
  • 10. La posibilidad real de lo extraordinario
(Y una en contra: el buenismo irritante y complacido que planea sobre las dos horas y media de película).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Se puede realizar una película sobre la vulgaridad sin ser vulgar? Leni Riefensthal mostró, en su documental sobre un congreso nazi, que es posible ser ideológicamente repugnante y soberbia cinematográficamente.
La ecuación mexicana de Babel sólo iguala una de las partes de la realizadora alemana. Moralmente oportunista, en la explotación de la buena conciencia a través de una falsa complicidad con los sufrientes del mundo, se zambulle de cabeza en las arritmias de una puesta en escena visualmente complaciente y narrativamente desastrosa. Se puede rodar una película sobre el parloteo universal sin caer en el parloteo cinematográfico. Pero no es el caso.

Melodrama demagógico de anécdotas elevadas a categorías, González y Arriaga, aprendices de taumaturgo, consiguen dar a sus historietas maximalistas un toque estruendoso y de cine de auteur, con pretensiones políticas y sociológicas.

Anónimo dijo...

Con total libertad digital, y estando completamentamente de acuerdo con l.d. creo que González Iñárritu hace uso de una narrativa visual cuanto menos poco eficaz. No creo que la sucesión de planos interminables sin apenas diferencias entre ellos nos aporten información alguna, creo que para lo único que sirven es para dar a la película un ritmo soporífero que hace que al espectador le de tiempo a saber lo que pasar pasar en todo momento.
Sin embargo no creo que sea una película vulgar, plasmar en un obra algo tan complejo como la incomunicación, con todas esas virtudes que destaca lynx, no creo que sea una tarea fácil.