
Lo que pretendía ser una intriga sobre la resistencia antinazi y una reflexión sobre la ambiguedad moral e ideológica, se convierte aquí en cruce disparatado entre Salón Kitty y Desafío total: inverosímil, interminable, sórdido-cursi y, eso sí, carísima de producir, con mucho decorado de cartón-piedra y mogollón de extras... La verdad, para nazionalsozialismus estilizado, decadente y personal, me quedo con el Fassbinder de Lili Marleen.
(algún crítico perturbado ha escrito por ahí que Spielberg debería haber visto esta cosa antes de hacer Munich; yo creo que se habría quedado dormido...)
3 comentarios:
pues a mi me gustó (y en la butaca de delante estaba Alvaro Pombo)
Si me hubiera preguntado antes...
si no se enmascarara usted...
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