Doce años después de acabada la guerra, todavía hay en Bosnia más de 11.000 zonas sospechosas de ocultar campos de minas. Limpiar esos 1.900 kilómetros cuadrados (una extensión similar a la de toda Guipúzcoa) es un trabajo lento y arriesgado: sólo el año pasado provocaron 34 víctimas, de las que menos de la mitad sobrevivieron.
(Foto: Alberto P. Cancer)
3 comentarios:
Ni a coger rovellons se mete el personal, o moras, que estaban muy en su punto cuando pasamos. Sólo una catástrofe como los incendios en Grecia acabaría con ellas. Allí los paisanos (y el multi ejército), en caso de fuego, sólo protegen las lindes de las "carreteras" porque, ¿quién es el guapo que se interna en el bosque?.
Es enormemente fácil sembrar el terreno de estas pequeñas asesinas y casi imposible deshacerse de ellas. Ni siquiera los que las pusieron (de todos los bandos) saben cuántas y dónde las esparcieron.
Efectivamente, ni ellos lo saben
Hay (hubo) otro turismo en Bosnia que demuestra lo peor que puede sacar de sí la gente. Al parecer durante la guerra una agencia contactaba de forma discreta a gente de dinero y posición, de esa que, como al rey, le gusta cazar osos borrachos, y le proponía una cacería más emocionante, ofreciéndoles un puesto de francotirador desde donde poder disparar a placer sobre la población de Sarajevo. Ya se sabe, los adinerados necesitan sacudirse el estress de la vida frenética y qué mejor que pegar unos tiritos ¿no?
Es una lástima que no se pueda ofrecer a esos turistas unos días de reposo en esos bellos bosques, haciendo un poco de turismo rural. Al menos por cada uno eliminaríamos una mina (o dos, si los restos caen bien)
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