Y es que ninguno de los 105 países cuyos 350 millones de personas hablan desde la cuna la lengua de don William tiene instituciones de prosapia y ringorrango similares a nuestra Real Academia Española que limpia, fija y da esplendor a las palabras de sus 500 millones de parlantes (un afán regulatorio que copiamos de Francia, dicho sea de paso).
Ningún lingüista se atreve a poner hoy en duda que el inglés es el idioma con el vocabulario más amplio que existe, consecuencia natural de su evolución: espontánea, inventiva, mestiza, descontrolada y promiscua. Según el Merriam-Webster, contiene una cantidad "muchas veces superior" a las 450.000 palabras que componen el famoso diccionario.
Los de GLM han aplicado su propia metodología para el cálculo del famoso millón: toman los diccionarios más conocidos, añaden las palabras contenidas en la Biblia y las obras de Shakespeare y Chaucer, y aplican su propio algoritmo propietario que rastrea la red, los medios de comunicación y el habla de la calle en busca de nuevos vocablos. Después, filtran las palabras según diversos criterios de frecuencia de uso, oral y escrito, y por su capacidad para superar la prueba del tiempo.
¿Y lo del 29 de abril? Just marketing. La cosa podría variar hasta en una semana (yo apuesto por el 23).
(Más en The Economist)
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