Para instalaciones, la verdad, prefiero mil veces la que ha montado Eulalia Valldosera en el Reina Sofía de Madrid.
El trabajo heterogéneo y concienzudo de esta creadora catalana logra vencer mi escepticismo natural ante este tipo de conceptualidades estéticas. Me reconcilio con los productos y utensilios domésticos de limpieza. Y hasta creo entender, o intuir, el propósito crítico, amable, de semejante empeño. También hay un encomiable esfuerzo por parte de la artista para que los profanos lleguemos al núcleo de su universo poético.
En Dependencias, los visitantes, de uno en uno, somos imprescindibles para que la obra cobre vida. Empujamos un carro de la compra sobre raíles, cargado de proyectores de vídeo. Cada carrito dispara sobre la gran pared blanca planos y escenas grabados en forma de travelling en supermercados, calles, aeropuertos... El espectador se convierte en usuario.
Enfin, arte moderno. Y no del peor.
Ideal para una mañana festiva en la Villa y Corte. Hasta el 20 de abril.
(... y, de camino hacia Atocha, puedes toparte con el auténtico Pensador de Rodin. En plena calle. En CaixaForum. Todo un tripi de regalo).
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