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"... Las psicopatologías del género femenino incluyen el ausentismo de la realidad a través de una dieta o de un amor equivocado, además de ataques de pánico en el avión o en las escaleras mecánicas de El Corte Inglés, sin despreciar los tragos de tristeza (premenstrual, posparto, posboda, posproyecto, tristeza al fin y al cabo). Nuestra relación con el teléfono, con el chocolate, con los piropos, el ginecólogo, los hoteles, el acoso, la comida, las compras o el entrenador personal no es intrascendente. En este autodidactismo emocional que han vivido las mujeres, en especial las nacidas antes de los años setenta, hay un lenguaje común. Y también cierta perplejidad. La de ver que algunas estructuras siguen inmóviles, ávidas en su misoginia. Las mismas que se niegan a aceptar que lo personal es político, y que defienden una esquizofrenia con doble lenguaje y doble rasero, diferenciando lo privado y lo público. La noción de sentimiento individualizado hecho común es terapéutica y combate la negritud de la soledad. No la soledad de no tener a alguien al lado, sino la de sentirse una marciana en una galaxia desértica, donde los sueños de niña se han estrellado contra un condenado muro de piedra al que llaman realidad. No hay mucho margen para reinventarla, pero sí el suficiente como para aliviar las sombras desde una fe combativa que rompe estereotipos. El 25 de octubre de 1918 Virginia Woolf terminó así su diario: «La desdicha se encuentra en todas partes; ahí, al otro lado de la puerta; y si no la desdicha, la estupidez, que es peor. Sin embargo, no salgo del encierro en el que me encuentro. Ahora llegará Evelyn; no me gusta lo que escribo. Y, a pesar de todo, cuán feliz soy si no fuera por esta sensación de que se trata de una cinta pavimentada junto a un abismo»..."
* Nota de Lynx: el título del libro, que ahora se publica, hace referencia a la estatura media nacional de las españolas, que un 30% de mujeres no alcanza. Tan sólo un 3,5 por ciento de ellas mide más de 1,79 metros, curiosamente el mismo porcentaje femenino que hay en los consejos de administración de las empresas.
Y también, a su ubicación espaciotemporal: nacidas en España, en los años sesenta del siglo XX.
8 comentarios:
Lynx, debo estar un poco espeso; me lo he leído tres veces y no me he enterado de nada.
pues mi jefa es más bien tirando a menuda
Farragoso el texto, farragosa la mente que lo ha escrito, farragosa la solitaria existencia marciana de las metrosetenteras.
Qué complicadas "Las metrosesenta". O es el texto difícil de entender?
no se... me preocupa, no consigo captar el mensaje, no entiendo nada.
Lo primero que leo de Marie Claire es la carta de su directora.
Confuso, no como los editoriales de La Razón.
Soy metrosesenta y bastantes, nacida en los sesenta y pocos, con sesenta líos en la cabeza, pero no me reconozco para nada en ese texto entre angustioso y pesimista.
Supongo que el libro contemplará otras visiones de la vida a esta edad, donde con más celulitis y algunas arrugas viene también un kit de "aprenda Vd. a vivir la vida", muy útil debo decir.
Gracias Lynx.
Lynx, el libro tiene en el mismo prólogo fragmentos divertidos, tiernos y entrañables. Creo que has hecho un puzzle con lo peor de nosotras. Bueno... tú mismo.
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