Comienza en muchas oficinas la jornada intensiva, también llamada jornada infinita por quienes a partir de hoy empezarán una hora antes por la mañana... pero seguirán trabajando por las tardes. Lo que nació como una peculiaridad española –obligada por la canícula, la siesta y las vacaciones–, perdura en la era del aire acondicionado y el descanso repartido a lo largo del año (si se tratara de conciliar vida laboral y familiar, ¿por qué limitarla a los meses estivales?)
Hay opiniones para todos los gustos: a casi todos los trabajadores (becarios incluidos) les gusta. A los jefes –sí, lo sé, algunos también trabajan– no parece encantarles. Pero en el fondo del asunto subyace un serio malentendido: la creencia, por parte de muchos empresarios y de bastantes asalariados, de que la productividad y el rendimiento tienen algo que ver con las horas en las que se permanece calentando la silla. Craso error.
En cualquier caso, para celebrar la llegada del verano, algunos colegas de la redacción improvisamos un déjeuner sur l'herbe en el parque de aquí al lado.
Y sí, claro, por supuesto, nos llovió.
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2 comentarios:
Eso es vida, yo también quiero trabajar en el MUY!
a cualquier cosa llaman algunos trabajar
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