Acabé los estudios con facilidad y honor.
Empecé a trabajar sin la mediación de mi padre.
Fui a Londres y volví. Encontré a mi padre
más callado que nunca, más
enmudecido y más mutante,
avergonzado
de envejecer, de haber envejecido.
Esperaba en la puerta
del Hotel Alhambra: le había
caído encima una sombra, igual que cambia
la luz de un día espléndido por un
movimiento invisible de una nube
casi invisible, aunque la nube
desaparece y vuelve el esplendor, y la sombra
de encima de mi padre no se iba.
-No queda en ti nada de ti -me dijo.
(Justo Navarro, Mi vida social, 2010)
1 comentario:
¡Uf! Padres e hijos. ¡Tremendo!
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