miércoles, 25 de julio de 2007

El loco de la torre


Lluvia fina y borrasca intensa en el punto más septentrional de la Península Ibérica. Como debe ser. Al anochecer, bajando desde Estaca de Bares por la comarca lucense de A Terra Chá llegamos hasta el concejo de Villalba. Entre la oscuridad y el aguacero, la torre medieval del siglo XV es un faro de comodidad y periódicos calientes en medio de la Galicia húmeda y profunda (aquí nacieron Fraga y el cardenal Rouco, ente otros).

Sólo tres mesas ocupadas en el amplio restaurante del Parador solitario. En una de ellas, el mismisimo Loquillo: bien acicalado para la cena, trajeado en negro, encandila a una lugareña con su voz profunda, varonil y extradecibélica; a distancia, la banda de los Trogloditas, con buen humor y mejor apetito; en la tercera, mientras degusta su delicioso caldo invernal, el viajero no puede sustraerse al palique épico de la estrella del rocanrol:

– Estoy hablando de autenticidad, entiendes? En esta vida nuestra llega un momento decisivo en el que tienes que elegir: el dinero o la gloria.

Y mira intensamente a la galleguinha de gafas de pasta. Y calla un momento, para tomar aliento, para mojar sus labios en el cava, para calibrar el efecto. La chica suspira y adelanta complaciente la solución al dilema:

– La gloria, claro...

– Natural.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo tengo una opinión dividida al respecto. Por un lado estoy de acuerdo con Manolito (Mafalda: l dinero no da la felicidad, pero hay que ver qué maña se da para imitarla.

Por el otro estoy con Jorge Manrique: al final sólo nos queda la gloria. Puede que G. Foreman se haya forrado vendiendo productos chorras en la teletienda ("hola, soy George Foreman y quiero hablarles de lo último en accesorios de cocina…"), pero sospecho que si pudiera elegir, él quisiera estar en el lugar de su némesis, Alí, con o sin alzheimer, y haber vivido ese día en Zaire como vencedor. Algunos dirán: bueno, después de todo, Foremán volvió a ser más tarde campeón del mundo, pero la gloria se repartio el 30 de octubre del 74, y no fue suya.

Anónimo dijo...

Perdón: puse alzheimer, pero Alí sufre Parkinson

Anónimo dijo...

japa, está usté más colgao qel loqillo ese

Anónimo dijo...

Y lo malo es que con mucha menos pasta que él

Anónimo dijo...

jaja, a mí me plantean ese dilema, y aunque me dejen una hora en lugar de un momento para beber cava, me quedo sin responder.

Lo del dinero lo entiendo, pero lo de la gloria...¿de qué gloria habla?
Si es la divina, no hay duda, se escoge la divina. Pero si es la terrena...¡qué c*** escoger la gloria,¿pero es que les han sorbido los sesos?!
El dinero, hombre, escoge el dinero. Aunque no sea para repartirlo y disfrutarlo tú solo. ;)

Anónimo dijo...

blanca, yo creo que sólo trataba de deslumbrar a la rapaza...

Anónimo dijo...

Pues sí, naturalmente. Y ella se deja, de lo contrario jamás hubiese contestado la gloria. ;)

Vince dijo...

Hombre, si por gloria entendemos ser el tío más encantado de conocerse del rock nacional... yo le he seguido hasta "Morir en primavera"; a partir de ahí, se pisa la sábana.

Anónimo dijo...

El pobre Loquillo siempre tan cursi, impostado y entregado a su vanidad, que es mucha. A mí me dice un chico algo así y se me baja la libido a los pies.

Anónimo dijo...

Lo suyo es encontrarse o ver o lo que sea famosillos por paradores... ¿Recuerda Pineta hace mles de años..?
Gloria o dinero? qué elegiría aquel señor que tan bien desayunaba?

Anónimo dijo...

No abogo por la pobreza, pero una vez cubierto lo básico, morir moriremos todos y lo que dejamos detrás es el recuerdo de lo que fuimos e hicimos: creo que vale más la gloria.

Y no hablo de la gloria celestial, porque yo soy de la rama atea militante, sino la gloria en el recuerdo de los demás, la fama en el verdadero sentido que le dio Manrique (no en el que se le da hoy en día en programas de telemier…)

Otro ejemplo deportivo. Hace unos años un impresentable manager deportivo declaró que uno de sus representados, Carl Lewis, era el mayor atleta del siglo, ya que había batido tanto la marca de Bob Beamon como las cuatro medallas de Jessie Owens. A eso respondo ¡Ja!.
Puede que Lewis haya saltado más lejos que Beamon, pero la imagen de Bob volando literalmente sobre el suelo de México y pulverizando un record por mucho más que los miserables centimetros arañados por Lewis tres decadas después, está unida, soldada al mito del deporte, y todos los records de Lewis no sirven para borrarla, ni para borrar el recuerdo del Blak Power.
Y Owens no sólo logró cuatro medallas en un día, sino que puso en pie a un estadio repleto de nazis y logró enfurecer a Hitler. Y eso en un momento en que ser negro y atleta equivalía a ser un esclavo del secretario de deportes, y el dopping no existía. Puede que Lewis tenga sus paredes cubiertas de oro, pero sus arterias están repletas de basura química y la gloria es de otro. Carl Lewis pasará y se le olvidará: los verdaderos mitos seguirán vivos.

Anónimo dijo...

Muy divertido y patético episodio, Lynx! La postura expresada por Blanca en su comentario ("escoge el dinero") es por la que todos optaríamos en esta época posmoderna, yo el primero. Sin embargo, estos días estoy viendo muy de cerca un caso en que los "beneficiados" escogieron el dinero por encima de la gloria y, aunque se han hecho ricos con la apuesta -y todavía van a hacerse más- me da la impresión de que no están demasiado contentos con el resultado, ya que el dinero les ha acabado quitando la opción de la gloria. Son personas mayores, todo hay que decirlo, y quizás eso cambia la perspectiva.

Anónimo dijo...

los Clash eran + radikales: "Death or Glory"!

herbasco dijo...

- El dinero, claro... por cierto, ve pidiendo la cuenta que yo trabajo mañana.

Anónimo dijo...

¿herbasco?... me recuerda a alguien, je,je.

Anónimo dijo...

Y pensar que a no ser por un trancazo yo podría haber estado por esos lares buscando...la gloria!!
Me quedé en el pirineo leridano, en la población de "Sort"... buscando... la item!! ui...perdonad, es que ya volví del descanso y ando mal de cables.