miércoles, 15 de noviembre de 2006

On the beach



¿Y si no hubiera que volver nunca más a la oficina, al aula, a la redacción, a la consulta? ¿Cómo sería la vida vivida como un jubilado (con una pensión apañada)?

Tengo algunos amigos de cincuentaymuypocos que han decidido parar. O han sido inducidos a tomar esa decisión. Los más optimistas dicen que ahora podrán "escribir" y "viajar". Pero me temo que sólo escribirán quienes hayan escrito antes; y que los únicos viajeros serán los que ya viajaron.

Estas cosas sólo se le ocurren a uno frente al mar, y en pleno otoño. En situación. En Hermosa, California, el tiempo y el paisaje parecen sacados de una canción sesentera de los Beach Boys. En su embarcadero hay un paseo de la fama con placas de bronce dedicadas a los pioneros del surf. Y también una estatua donde el héroe no va montado sobre un caballo, sino sobre una tabla. Es el bombero surfista, en serio. Ya está jubilado.

9 comentarios:

Vince dijo...

Y algunos de bastante menos de cincuenta también hemos sido "inducidos", señor Linx ("inducidos", qué bonita palabra; suena casi a "abducidos"). Vaya, que no hemos parado por nuestro gusto. Pero tiene razón: escribe el que ha escrito siempre, y viaja el que ha viajado siempre. Y ni dejamos el teclado y la pluma ni dejamos de pensar en por dónde movernos.

¿Muy coñazo la seguridad en el avión? Le pregunto porque, para seguir su ejemplo, tiro para Nueva York dentro de unos meses.

Anónimo dijo...

¿Qué, un largo fin de semana de jubileo? Soñar es gratis.. y aquí, siento fastidiarle la ilusión, le esperamos al frente del tajo. Pero como dice la canción:
No pares, no pares no..
No pares nunca de soñar
No pares, no pares no..
No pares nunca de soñar
No tengas miedo a volar
Vive tu vida
No construyas muros en tu corazón
Lo que hagas siempre hazlo por amor
Pon las alas, contra el viento
No hay nada que perder
No te quedes con tu nombre escrito en la pared
En la pared...
No pares, no pares no...
No pares nunca de soñar
No pares, no pares no...
No pares nunca de soñar
No tengas miedo a volar
Vive tu vida.

Anónimo dijo...

Ah, se me olvido: cierre las ventanas de la habitación porque con el cambio climático a lo peor se le inunda la habitación...de porquería. Curiosa la entrevista a nuestro amigo y padre putativo de M.I. en La Gaceta a tenor de su nuevo libro.

Lynx dijo...

Vince: la seguridad es un imposible y un absoluto; como la felicidad o la justicia (pasé sin darme cuenta un mechero bic... pero a un colega se le quedaron un Du Pont de oro!)

Lo único que hacen es tocar los cataplines (literalmente), un huevo. Paciencia, todavía puede ir a peor.

Anónimo dijo...

Hum. No sé. Se parece demasiado a fantasear con qué te toque la primitiva. La realidad es otra cosa. Además, ¿esto de jubilarse no será como las vacaciones, que al principio está bien, pero después acabas hasta las mismísimas y estás deseando volver al trabajo?

Además se me ocurren demasiadas pegas. Primero con la esperanza de vida actual, si uno se jubila a los cincuenta significa que tiene que tirar unos veinte o treinta años con su pensión y los ahorros que tenga. Eso de dedicarse a viajar no es algo que pueda hacer todo el mundo, porque requeriría disponer de un colchón de dinero realmente importante, a no ser que vaya con el Inserso, pero probablemente su amigo no está pensando en Benidorm.

Es más aunque uno pudiera, ¿pasarse veinte años viajando? abuf... Piensen. Cuando cogen un vuelo, ¿a cuánta gente mayor de 65 años ven? Poca. Muy poca.

Supongo que eso explica que muchos jubilados pasen buena parte del día supervisando los trabajos de las obras en construcción. Todos los días paso al lado de un solar que está completamente vallado, pero veo a muchos ancianos agachados oteando por las rendijas.

Para alguien de mi generación es impensable retirarse a los cincuenta. Tengan en cuenta que muchos accedimos al mercado laboral cuando casi bordeábamos la treintena y con nuestros contratos basura tendremos que trabajar muuuuuuchos años para poder tener algún día una pensión del Estado (suponiendo que eso exista para cuando nos toque jubilarnos). Añadan a esto que la tendencia es tener hijos cuando uno casi ha llegado a la cuarentena. Jubilarse cuando uno aún tiene hijos adolescentes no parece una opción. Jubilarse cuando aún le queda por pagar la mitad de la hipoteca a 30 o 40 años tampoco parece factible. Suponiendo que pudiéramos hacer eso, no creo que nos quedara mucho dinero para viajar...

Ermmm.... ¿sabe qué? Mejor no lo pienso ¿eh?

Anónimo dijo...

Exactamente: como un jubilado pero sin serlo. Poder, cuando uno quisiera, dejar el aula, la oficina, la redacción, la consulta, así, por unos días, y luego volver.
Y viajar, a quienes les guste, y escribir, quienes ardan en deseos de ello.
Y mar, montaña, ciudad, y luego regresar a nuestro sitio.
Para mí eso es lo ideal. En mi caso "sería".

Anónimo dijo...

Jo, qué ganas tengo de que mi dilecto director me mande a hacer algún reportaje a quién sabe qué país exótico !! Tengo listo en mi maletín "mi primer sony" con minicassette y pilas, siempre preparado para salir pitando si la ocasión lo requiere. ¡A ver cuándo me toca, Lynx!!

Anónimo dijo...

Yo a veces también siento el deseo de desaparecer, pero creo que no me iría a una playa, sino que trataría de perderme en algún lugar tipo Mongolia, o los bosques del Canadá: un sitio en el que pudiera caminar tranquilamente 400 o 500 km sin encontrarme con nadie ni oir el sonido de un móvil ni…
Eso sí, con una buena crema antimosquitos y un repeelnte de grizzlies

Anónimo dijo...

Ay, señores y señoras. Sólo piensan en jubilarse y apartarse de la civilización ultramoderna y opulenta a la que se han esposado. Viven ustedes para trabajar en lugar de trabajar para vivir. Para alcanzar la paz interior, el sosiego del alma, el equilibrio emocional no hace falta perderse en parajes exóticos. Nosotras en el convento hemos conseguido lo que todos ustedes añoran. Y sin salir de la piel de toro... y sin renunciar al trabajo. Beate et honeste vivere.